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 Fanfic NANA

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Naochiko
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Naochiko


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Hoja de personaje
PSEUDONIMO, EDAD, CARACTERISTICAS: Nao-chan, 19 años, sigilosa y misteriosa a la vez que divertida y guasona XD
VIDA Y EXPERIENCIA:
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CLASE: DRUIDA

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MensajeTema: Fanfic NANA   Fanfic NANA Icon_minitimeVie Dic 26, 2008 5:37 am

Bueno como veo que hay un apartado para fanfic quiero ver como se me da la cosa XD. Hara un tiempo empecé a escribir este fanfic de Nana. Es la primera vez que publico algo, asi que por favor, si hay criticas espero que no sean muy graves XDXD bueno, les dejo leer en paz. Espero que les guste este primer capitulo ^^:


1
El comienzo de un nuevo sueño
_
Un pequeño recuerdo… mi memoria no guarda más del lugar en donde nací… mis padres… ¿Cómo eran? Ni siquiera me acuerdo si alguna vez tuve padres… me acabo de mudar a otro piso de Tokio tras haber pasado los últimos cuatro años viviendo en un garaje… por suerte, aún me queda la música…
_
Nao, ven aquí a ayudarme con el almacén- gritó un hombre bajito desde dentro de una cocina.
Ya voy señor Okamura, estoy con unos clientes- una chica asomaba la cabeza por la puerta de la cocina que daba al salón-comedor del restaurante Makiguchi. El local típico japonés estaba situado en el barrio de Shibuya, y era muy famoso y visitado por clientes extranjeros, aunque ninguno como Naochiko. De pelo negro rizado, extranjera, no muy alta y guapa de cara y cuerpo era una de las tres camareras del restaurante, la más veterana. Se dirigió al almacén y se dispuso a ayudar a su jefe. En medio de la labor se fijó en que se habían caído las cartas del menú. Cuando se agachó para recogerlas, se le enganchó su collar en la estantería. Al ver el collar, con una gran L se puso muy pensativa. Ese colgante le traía muchos malos recuerdos:

[Nunca pensé que sería capaz de volver a hacer mi vida desde aquello…
- ¿Cómo que a Tokio?
- Si Nao, no puedes quedarte más en la casa con tu tío y conmigo- respondía una señora embarazada, alta, muy delgada (a pesar de su embarazo) y con un pelo liso muy largo- si nace la niña tenemos que usar tu cuarto. Además, tú ya eres mayor como para vivir sola.
- ¿Mayor? Tengo 14 años tía Haruku. No he terminado los estudios, ni tengo trabajo. ¿Dónde pretendes que vaya?
- No es asunto nuestro- gritó un hombre muy alto, robusto y con pinta de borracho desde la puerta.
- Tranquilízate Benjiro…- dijo la mujer levantándose para agarrar el brazo de su esposo.
- No Haruku no me tranquilizo. Mira niña, no somos tus tíos, y lo sabes. No tenemos la obligación de mantenerte. Tus padres no nos pidieron eso, ni siquiera sé si querían que vivieses aquí o simplemente que existieras- la cara de la chica se iba haciendo pedazos por momentos- No pienso repetírtelo ni una vez más, haz la maleta y márchate. No quiero que Mayo te conozca, vete de una puñetera vez- le tiró la maleta con todos los libros de su antiguo instituto, sus partituras y sus dibujos. Las lágrimas de la cara de Nao mojaban su camisa azul marino.
- Muy bien- logró decir entre sollozos- pero me lo llevo todo: la ropa, las sabanas, los muebles, todo. Me pertenece porque yo he tenido que trabajar para pagarlo.
- Ah no, los muebles no. Como mucho te pagaré lo que te costaron. El resto como si lo quieres quemar pero los muebles no- dijo el hombre cada vez más enojado.
- Vale… pero no te saldrán baratos, que lo sepas…- dijo la chica con arrogancia. De pronto el hombre se abalanzó hacia ella con cara de furia, la levantó por el cuello y la empotró contra la pared.
- No estas en disposición de pedir nada- Sin previo aviso, la tía de Nao empezó a gritar: había roto aguas. El tío soltó de forma brusca a la chica, que cayo al suelo echándose las manos al cuello, y atendió a la mujer.- No tengo más tiempo para discutir. Coge el dinero que hay en la caja fuerte y vete de una vez, puta huérfana. Habrase visto la muy zorra… - Tras eso salieron por la puerta…
Esa fue la última vez que los vi… ]

- Nao, despierta. No es hora de dormirse en los laureles. El restaurante esta lleno y tenemos que preparar las reservas de las 5- dijo una chica de cara infantil, rubita, de pelo rizado.
- ¡Misato! Joder que susto me diste mujer- Nao estaba apoyada en la pared trasera del almacén. Ya había ayudado al jefe y se había parado a descansar un poco.
- Otra vez has estado sin dormir hasta las tantas loca, ¿te volviste a ver el DVD del concierto de los Blast otra vez?
- Si, es mi vicio no lo puedo negar. Desde que me lo regalaste el día del White Day no paro de verlo. Además, hoy es el concierto y estoy súper nerviosa- la chica de pelo rubio sonrió- Por cierto… la próxima vez no me trates así, recuerda que yo aquí soy la veterana jajaja.
- Tienes razón perdona, pero es que pronto llegaran los clientes que el señor Okamura lleva esperando más de dos semanas. Es muy importante para él, recuérdalo.
- Ya, ya… lo mejor será que salgamos ya antes de que le dé otro ataque como el del otro día. Por cierto… ¿tienes todo preparado para ir al concierto esta noche?
- Clarísimo esta que si. Nunca me he perdido ninguno de sus conciertos. Se lo debo a Nana- se le sonrojaron los mofletes y los ojos se le iluminaron. Nao estaba acostumbrada a que si hablaban de Nana se pusiera así, pero esta vez llegó a asustarla.
- Bueno jajaja- intentó suavizar Nao- vamos a trabajar.
Según salieron del almacén, los cocineros les entregaron un montón de platos típicos de la zona listos para servir. Misato aun no se había acostumbrado a llevar muchos platos pero Nao ya tenía mucha práctica. No había parado de trabajar desde que llegara una fría y oscura noche de verano.

[Poco después de que la echaran, Nao se dirigió a la compañía de mensajería de un amigo y le pidió que urgente mandara sus cosas a una dirección que sus tíos le habían escrito para que supiera donde podría vivir: el restaurante Makiguchi. Luego, tras asegurarse de que sus pertenencias llegarían al día siguiente al restaurante, cogió lo más imprescindible y se dirigió a la estación del tren bala. Compró un ticket con destino Tokio y esperó en el andén 5 justo enfrente de un gran cartel publicitario de los Trapnest. Cuando subió al vagón, se fijó en que había mucha gente, con lo que el ambiente estaría cargado. Tras ella vio entrar a una pareja de jóvenes de tez morena. La chica tenía el pelo muy rizado y negro mientras que el chico tenía unas rastas muy largas. Respondían a los nombres de Junko y Kyosuke. Se sentaron en los asientos enfrente de ella y se pusieron a hablar:
- No y definitivamente no Kyosuke, no puedo hacer eso. Por muy amiga mía que sea no puedo pagarle el piso para que se venga ni nada por el estilo.
- Yo no digo eso Jun. Solo digo que puedes buscar una solución para lo de Nana.
- Ella ya es adulta. Que piense ella que debería ir cogiendo practica.
Las palabras de la chica le hicieron recordar aquellos momentos tensos, le volvieron a la mente las palabras hirientes de su tío y sin más remedio empezó a llorar. Los chicos, al verla, se miraron extrañados y se acercaron para consolarla.
- ¿Chica, te pasa algo?, ¿Estas mareada?- Nao negó con la cabeza- Lo siento si es que hemos dicho algo que te molestara- al decir eso, Nao miro con los ojos llenos de lagrimas a Junko, a la cual casi se le cae el alma de pena- dios mío… ¿te duele algo?, ¿quieres que avise a alguien?
- No… gracias fue solo un mal recuerdo… lo siento mucho, no debí haberme puesto así- Nao intentó disculparse como pudo pero las lagrimas le caían por la cara sin darse cuenta. Al ver esto Kyosuke no pudo evitar abrazarla de forma inesperada, tanto para la chica como para Junko, que le miró con cara dulce.
- No te preocupes más ¿Por qué lloras? ¿te perdiste o algo?
- Me echaron de casa… voy a Tokio a vivir en una casa que ni siquiera he visto- al oír esto, los dos chicos se miraron asombrados. Ellos habían pasado por muchos cambios para ir a la gran ciudad… se pusieron en el lugar de la chica y casi se les desgarra el corazón- Tengo 14 años… pero eso da igual. Tengo que madurar y ser fuerte. Estoy sola… para siempre… - terminó de decir justo antes de caer desmayada de la emoción ante los chicos, los cuales avisaron a los encargados del tren y llamaron al número de teléfono que tenía la chica en la mano: el del señor Okamura, que la recogió en la estación y la acogió en su casa hasta que se mejoró. Luego le asignó su nuevo instituto y su trabajo como su nueva empleada… y de ahí hasta entonces. ]

En un momento que tuvo de descanso tras haber servido varias mesas, la chica se percató de que en la entrada del restaurante había una señora mayor que le recordaba a alguien, y que no paraba de mirarla con cara de asombro. Pensó que le habría impresionado el uniforme que debía llevar mientras trabajaba, que era algo llamativo. Se dirigió hacia ella con una gran sonrisa creyendo que era una cliente:
- Buenas tardes, señora. Bienvenida al restaurante Makiguchi. ¿Tiene echa una reserva o viene buscando mesa?- dijo la joven amablemente.
- No gracias mi niña. No venía por eso… ¿Tú eres Nao, verdad?- dijo la señora sin más dilación aunque con un tono de lo más familiar. Al oír la pregunta, Naochiko no pudo hacer nada mas que poner cara de asombro y asentir con la cabeza, sin mediar palabra- Ya decía yo que te parecías a la niña de mis recuerdos. ¿No me reconoces querida? Soy la señora Obata, las vecina de enfrente de la casa de tus tíos. ¿Cómo te encuentras?
- Bien… Bien señora… pero… como supo…- Nao no salía de su asombro y de su espantoso recuerdo que le azoraba la mente mientras la señora la miraba con cara risueña. Ella era una puerta a su escabroso pasado.
- He venido a Tokio a visitar a unos parientes y ha hacer varios recados. Toma- continuó la señora mientras le entregaba un sobre color sepia a la joven que empezó a medio temblar cuando vio que la dirección del remitente era la de sus “tíos”- esto es algo que me dio tu tía. Ella fue la que me dijo que te encontrabas aquí. Bueno querida, me tengo que marchar. Espero verte pronto. Ya vendré antes de irme para comer en el restaurante. Ha sido una alegría verte de nuevo.
- Para mí no- dijo la chica entre dientes sin que pudiera oírle la anciana mientras entraba en el local sin ni siquiera despedirse, volviéndose de manera brusca. Ni siquiera se percató de la cara de preocupación de Misato al verla entrar en la cocina con rabia y salir por la puerta del patio trasero dando un fuerte portazo. Misato solo había visto así a Nao dos veces en el tiempo que la conocía: una vez en la que había salido a defenderla de unos macarras que intentaron asaltarla y en aquel momento. Se asomó a la puerta de la cocina para poder ver a la señora con la que había estado hablando, a la que se le notaba una profunda expresión de lastima.
- Ay, mi pequeña… No creo que les perdones nunca- Dijo la señora mientras desaparecía del marco de la entrada y se camuflaba entre los transeúntes hasta desaparecer.
Mientras, Nao abría con rabia el sobre que le habían entregado, aunque más que abrirlo tenía ganar de romperlo, tirarlo y escupirlo. Cuando logró sacar el contenido del sobre y echarle un vistazo, sus ojos se abrieron como platos mientras leía una carta de su tía, en la que intentaba disculparse por los años que habían pasado sin hablarle y le contaba noticias de su vida, de la vida que le habían privado. Junto al escrito había un fajo de billetes y dos fotos: una de una niña que tendría alrededor de cuatro años y tenía en el reverso escrito el nombre de Mayo y otra en la que se veía un bebe de pocos meses en brazos de su tía y que tenía un curioso nombre: Nana. Justo en el momento en que terminó de verlo todo, Misato salió para ver como estaba. La cara de Nao lo decía todo.
- Nao… - la chica no sabía como reaccionar, estaba colapsada. En un momento de lucidez, miró la carta y empezó a romperla con rabia mientras gritaba soeces. Misato la miraba asombrada sin poder hacer nada.
- ¿Perdón?, ¿acaso ustedes se apiadaron de mí cuando me abandonaron a mi suerte? Iros a la mierda hijos de puta, jodios cabrones. No quiero su puto dinero, ni saber nada de ustedes, ni…- se detuvo al ver las fotos de las niñas, que fue lo único que no tiró al suelo. Esos eran recuerdo que odiaba pero quería tener. Le carcomía el alma no conocerlas y que ellas nunca supieran del pasado de la chica que vivió una vez allí- Ellas no se merecen lo que les espera. Ojala se mueran esos bastardos y así puedan vivir tranquilas junto a la abuela o con la señora Obata- terminó de decir esto último y empezaron a caerle lagrimas de rabia mientras comenzaba a llover en el transitado barrio japonés- No se lo merecen niñas… No dejen que les jodan la vida… no se olviden de mí… Misato… no quiero que les pase lo que a mí- le dijo a la joven que estaba a su lado también con lagrimas en los ojos, mientras esta le abrazaba intentando consolarla. La lluvia y el ambiente frío del invierno parecían no tener compasión de aquella chica que miraba al cielo buscando un rayo de sol entre las lágrimas, un rayo que no consiguió ver.
- ¿Nos vamos ya? Si no, no vamos a llegar a tiempo para conseguir un buen sitio para verles de cerca- avisó Misato a Naochiko desde el otro extremo de la calle. Ya habían acabado su turno. La joven pelinegra, ya algo más calmada, estaba terminando de cerrar la puerta principal mientras su amiga le esperaba.
- Si, ya voy, que esta vez quiero verlos de cerca- dijo la chica mientras se ponían en camino hacía un concierto que cambiaría sus vidas.
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